(Marion, EE UU, 1931-Paso Robles, id., 1955) Actor estadounidense. Tras cursar estudios de arte dramático en Nueva York, inició su carrera trabajando en pequeños teatros de Broadway. Su interpretación en El inmoralista(1954) pieza teatral de A. Gide, le valió la oportunidad de firmar un contrato en Hollywood, donde, al año siguiente, rodó Al este del Edén, dirigida por Elia Kazan. En 1955 se puso a las órdenes de Nicholas Ray para protagonizar, junto a Natalie Wood y Sal Mineo, Rebelde sin causa, en la cual Dean daba vida a un adolescente incomprendido y en desacuerdo con la realidad que le rodeaba. Poco después actuó en Gigante (1956), dirigida por G. Stevens a partir de la novela de E. Ferber y en la que Dean, en esta ocasión un peón de rudos modales, consolidó su imagen de joven inconformista. Dicha imagen, así como su férrea oposición a la guerra de Corea y su trágica muerte en un accidente automovilístico poco antes del estreno de la película, lo convirtieron en símbolo para toda una generación marcada por sus ansias de libertad y en perenne conflicto con sus mayores.
De los tres largometrajes que protagonizó, Rebelde sin causa (1955) fue el decisivo a la hora de forjar su leyenda. James Dean y la frágil Natalie Wood formaron, en la película de Nicholas Ray, un dúo adolescente cuya identidad entra en crisis al enfrentarse con el mundo de los adultos y con el de los de su misma edad. El rostro angustiado de James Dean fue, sin duda, el mejor reflejo del dolor de una masculinidad conflictiva enfrentada a los ritos de paso impuestos para ingresar en la comunidad.
Natalie Wood y James Dean en Rebelde sin causa (1955)
Rebelde sin causa no fue, quizás, la mejor película de Nicholas Ray, pero sí la más emblemática y conocida de toda su carrera y la que reúne prácticamente todas las características de su cine: un tema muy de su gusto, con personajes jóvenes, desesperados y muchas veces fuera de la ley, que emprenden alocadas huidas hacia delante debido, en buena medida, a los problemas de identidad y personalidad que sufren. En cualquier caso, el filme convirtió a James Dean, enfundado en aquella cazadora reversible negra y roja que tanto imitarían los jóvenes a la hora de vestirse, en el icono juvenil de los prósperos y problemáticos años 50.
Aunque no tan míticos, no son desdeñables sus trabajos en los otros dos filmes que protagonizó: el papel de Cal Trask, el hijo repudiado y solitario de Al este del Edén (1955), deElia Kazan, y el abrupto y autodestructivo Jett Rink que acompañaba a Liz Taylor en Gigante (1956), de George Stevens. Hermoso, indócil, tierno, incomprendido, le bastaron estos tres títulos para que su leyenda de antihéroe confuso y desarraigado se viera catapultada al frío y reluciente territorio de la inmortalidad, tras deshacer su deportivo una noche en una curva de Salinas. Al conocerse la noticia de su fallecimiento (tenía 24 años), los adolescentes estadounidenses enloquecieron. Se había cumplido lo de "vive rápido, muere joven y deja un hermoso cadáver"; sin embargo, los mitos nunca mueren, y James Dean permanece en la memoria de todos como el ideal romántico del joven rebelde que toda una generación asumió como ídolo y punto de referencia
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